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TODO POR TU LIKE

  • Foto del escritor: anto pedemonte
    anto pedemonte
  • 13 may 2019
  • 1 Min. de lectura

“En el mundo realmente invertido, lo verdadero es un momento de lo falso”.

Guy Debord, La sociedad del espectáculo, 1967.



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La vida de las sociedades parece haber encontrado un lugar de difusión en las redes sociales. ¿Quién no tiene Facebook o Instagram en estos días? Incluso por una cuestión laboral, y hasta académica contar con cuentas en las redes es necesario para no pasar inadvertido, para no convertirse en un fantasma.

Los números hablan, es difícil quedar afuera de este sistema de relaciones personales: Facebook concentra 1.900 millones de usuarios mensuales activos en todo el globo, mientras que Instagram cuenta con 600 millones de usuarios únicos al mes, según datos de IMS (Internet Map Service).

La cuestión no es liviana. ¿Qué pasa cuando un simple pasatiempo se convierte en prioridad? Formar parte implica mostrarse ante los ojos de cientos, miles y hasta millones de personas. Por lo tanto la imagen tiene que ser buena. Aquí es donde empieza el desafío por los likes.

El uso de Photoshop es la herramienta favorita de los influencers. Reducen su cintura, aumentan el tamaño de sus pechos y nalgas, agrandan sus músculos. Viven de una mentira tanto con los demás como con ellos mismos. ¿Por qué no aceptarse tal cual son?

Incluso, en el afán de mostrar su “vida perfecta”, varios influencers han llegado a robar imágenes de personas con pocos likes -desconocidas para la gran mayoría- con un estilo de vida glamoroso con el fin de “pertenecer”. Parece que viajar por el mundo y usar prendas de marcas internacionales es un must have para ganar adeptos.

La pregunta es: ¿Es sano mentir (se) tanto?

 
 
 

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